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LIBROS

MANUAL DE INCORRECCIONES Y PARTICULARIDADES
DEL LENGUAJE
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Si, como decía Simone de Beauvoir, “escribir es un oficio que se aprende escribiendo”, nosotros añadiríamos algo más: “escribir es un oficio que se aprende escribiendo y, sobre todo, corrigiendo y leyendo”. El propósito principal del Manual de incorrecciones y particularidades del lenguaje es, pues, contribuir a fijar la necesidad de corregir fundamentalmente los textos y situarlos con la imagen clave de que son precisos y correctos.

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La finalidad es dar a los textos el protagonismo que merecen. Eliminar la distancia entre ‘autor’ y ’lector’, actualizar los textos y ponerlos en el ‘aquí’ y ‘ahora’ de lo correcto e incorrecto. Diferenciar lo que se escribe y se dice de lo que debe decirse y debe escribirse. Sortear una serie de conocidos errores
—fácilmente reconocibles— que transitan por los textos en general y eliminar o corregir sobre todo las incorrecciones que aparecen en muchos de los textos autocorregidos. Es señal de inmadurez acogerse a la disciplina de la autocorrección o, peor aún, dejar que tu propio texto vaya desde su original hasta la publicación sin que se le haya aplicado el análisis previo y la corrección y revisión de lo escrito. Una parte de los autores de la narrativa contemporánea —noveles o no— que publican en Amazon participan en el debate, que se convierte a menudo en polémica —insoluble—, entre los partidarios de la autocorrección y los defensores del paso por los correctores y lingüistas profesionales.


Este Manual, presentado de forma ágil y consulta rápida, recoge más de 1900 ejemplos y es un barómetro para conocer la frecuencia de uso de términos y giros cuando la norma no está muy clara. De ahí que localizar los errores y evitarlos es fundamental. El Manual se completa con un índice de 28 páginas —a doble columna—, donde se recogen en orden alfabético las materias, palabras simples y expresiones de todo tipo. 

EL ÚLTIMO EREMITA
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John Freeman sale de los Estados Unidos consciente de dejar atrás una vida sin destapar y con la sola intención de olvidar su pasado. Rochester, Quebec, París y Salamanca serán los escenarios de un periplo apasionante. Quiere cortar con todas las ligaduras, salvarse a sí mismo con una identidad falsa, quitarse todas las adherencias y derribar todas las barreras que tuvo a su alrededor. 


Es una crónica adictiva y cercana, identificable, que no te dejará indiferente, que te atrapará desde el principio y no podrás parar de leer. Esta novela interesa porque abre un calendario de lo que va a ocurrir en un lapso de tiempo a no tardar y que descubre, para bien o para mal, hechos que pueden remediarse —algunos sangrantes—, una trama inquietante de un drama que enraíza en la sociedad, que está ahí y que rechaza una gran mayoría. Una novela que plantea un dilema sin resolver aún que puede cambiar el curso de la Historia. 


Sabrás acerca de grupos interesados que presionan para que no se mueva un ápice cómo está el statu quo y también conocerás por qué otros se empeñan en desentrañar oscuras conexiones para romperlas y ponerlas al descubierto con el objeto contrario. 


Los hechos transcurren en apenas unos meses pero por la intensidad de cuanto sucede parece mucho más. John Freeman es un personaje excepcional del que se destapan sus soterradas vivencias, desarrolladas en un espacio temporal, con las que a la vez logra moverse en el tiempo actual para contar un capítulo de la historia de la Iglesia que se ha de solucionar. 


Vive la vida a tope. Una vida de doble moral que le hace romper con su pasado. La ruptura del mismo y los porqués de su destino se irán ahondando cada vez más en un peregrinaje electrizante al que, a no dudar, acompañarás hasta su inesperado final. Así lo hice yo.

DE UN ARCHIVO SECRETO
 

La novela transita en torno a la compra de un órgano de iglesia del siglo XIX. Los personajes voltean unos en torno a otros y desconfían entre sí. Las dudas emergen y se ocultan continuamente porque nadie aflora su verdad. El nudo se hace y se deshace por momentos. Lo que parece sí, es que no. Todos los personajes entran y salen de la escena sin saber apenas nada y no llegan a desentrañar o saber no sólo por qué se compra el órgano de iglesia del siglo XIX sino a quién y, sobre todo, cómo y de dónde vino.

Adrián, el protagonista, nunca deja ver su verdad o así lo parece. Cuenta minuciosamente el peregrinaje de su vida y familia en la Barcelona de los años 58-59 y siguientes. El cuadro que se pinta de la ciudad condal de aquellos días es casi perfecto. Se respira y se masca el sentir de sus gentes y el ambiente de sus calles y mercados. Es en la cima de sus éxitos como anticuario cuando los hechos migran por terrenos difíciles y los acontecimientos se desbordan.

Aparece, a su requerimiento, uno de los personajes que brilla por sí propio en la novela: el detective don Matías Alvarado. ¿Será sólo él, o los agentes de policía, o algún otro, el que abra la puerta y dé con la prueba inculpatoria? El mismo lector, a estas alturas, ya ha emitido un diagnóstico y sopesa por dónde van los tiros. Pero las incertidumbres son tantas que el lector termina por dudarlo. Todos sospechan de todos, pero nadie se atreve a señalar con el dedo a nadie. La inexplicable compra del órgano de iglesia, primero, y las misteriosas muertes de don Pedro Hervás y don Manuel de la Sierra, después, dan a la narración una intensidad tal que desorienta no sólo al detective y a los agentes de la investigación sino al mismísimo lector que ha estado poniendo cerco a unos hechos que creyó haber adivinado ya y que éstos, en cambio, le dieron el esquinazo.

Nadie termina por redondear el caso. Como pasa en la mayor parte de las cosas, sólo se dará con la llave del misterio de sopetón, un hallazgo fortuito que, como tantas cosas, llega de improviso y por pura casualidad.

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